Por la mañana fuimos a darnos un bañito en las aguas
sulfurosas de Heviz. Para acceder al lago te cobran entrada, y tienes
diferentes opciones, desde tres horas hasta todo el día. Nosotros decidimos
comprar el bono de tres horas por unos 12 euros por que la idea que teníamos
era salir al mediodía después de comer para llegar a Budapest a media tarde.
Cuando salimos de Irún, lo único que teníamos claro era
que para las 20h del día 31 de mayo teníamos que estar en Budapest para recibir
a nuestros paquetes, y ya estábamos cerca de conseguirlo después de hacer 2000 kilómetros
en apenas tres días. No la podíamos cagar.
A las 17h estábamos ya por fin en Budapest.
Habíamos quedado con nuestra casera para que nos diera las
llaves del apartamento y pudiésemos dejar todas las maletas antes de ir al
aeropuerto.
El apartamento que habíamos alquilado estaba en pleno
centro de Budapest, cerca de una zona de ambiente. Pagamos 96 euros por dos
noches y una habitación con cuatro camas.
Ryanair llegó retrasado, pero a las 21h15 ya estábamos
todos juntos para irnos a cenar.
Habíamos reservado mesa en un restaurante conocido de
Budapest.
Aparcamos las motos en la puerta, cerca de nuestra mesa en
la terraza, para no tener que deshacer los petates. Enseguida el camarero nos
trajo la carta y nos dio 5 minutos para pensar el menú. Transcurrido ese tiempo
apareció de nuevo y lo primero que le pedimos fue un vinito. Teníamos ganas de
conocer los caldos de Hungría, pero el camarero enseguida nos cortó el rollito.
Miró las motos y educadamente nos dijo que en Hungría es tolerancia 0. Si bebes
no puedes conducir, y los policías son muy estrictos con el tema.
Pena porque teníamos el apartamento a 5 minutos andando de
allí, si lo hubiésemos sabido hubiésemos ido andando para no tener ningún
problema.
Acabamos de cenar y nos fuimos a sobar. Por la mañana
queríamos aprovechar a visitar la ciudad. Habíamos reservado un día y medio
para Budapest.