A la mañana aprovechamos para desayunar mientras
visitábamos el centro de Belgrado. La verdad es que no estuvimos mucho tiempo, únicamente
vimos la iglesia ortodoxa “mas grande del mundo según ellos” que estaba en
construcción y el que llamaban barrio francés con razón por que sus calles nos
recordaban al barrio parisino de Montmatre.
De todas formas, Belgrado nos pareció que no daba para
mucho más, así que nos pusimos rumbo a Eslovenia. Teníamos casi 500 kilómetros
por delante para llegar a Liubliana.
El viaje lo hicimos íntegramente por autopistas y vías rápidas.
Los peajes de Serbia no fueron nada caros. Cruzamos todo el país de Este a
Oeste y apenas pagamos 10 euros.
En Eslovenia esta vez no pagamos las autopistas. Teníamos
la tarjeta de autopistas del viaje de ida
y aunque esta estaba caducada porque
ya había pasado más de una semana desde que la sacamos, decidimos hacernos los
locos.
Durante todo el día apenas paramos, únicamente para
repostar y beber algo en las gasolineras.
Íbamos a piñón, solo pensábamos en llegar a Liubliana para
cenar y descansar de la paliza que llevábamos de estos días de atrás. Pero
cuando apenas estábamos a 50 km de la capital eslovaca conocimos a un motero.
Nos contó que había quedado con un grupo de amigos motoristas en un encuentro
motero que se iba a celebrar durante el fin de semana cerca de Liubliana, en un
pueblo llamado Ziri.
Nos picó la curiosidad. ¿Cómo sería un encuentro motero en
Eslovenia?
Aprovechamos el primer wifi que pillamos cuando llegamos a
Liubliana para indagar un poco. Descubrimos
que estaba organizado por una asociación local llamada Sairach, que duraba todo
el fin de semana y que el programa incluía actividades como conciertos, rutas,
cena popular, etc.
La idea acabo cuajando y reservamos un par de habitaciones
en un pueblito que estaba a 4 km del encuentro. Muy recomendable por cierto.
Y del encuentro mejor dejo alguna foto y algún que otro
video.
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